martes, 2 de mayo de 2017

Los viajes de Gulliver y las matemáticas

"Le será entregada diariamente una ración de comestibles y bebidas suficiente para alimentar 1728 súbditos de Liliput…
Trescientos cocineros me preparaban la comida. Alrededor de mi casa montaron barracas, donde hacían los guisos y vivían los cocineros con sus familias. Cuando llegaba la hora de comer, cogía yo con la mano veinte servidores y los ponía sobre la mesa, y unos cien me servían desde el suelo: unos servían las viandas, los demás traían los barriles de vino y de otras bebidas, valiéndose de pértigas, que llevaban entre dos, sobre los hombros. A medida que iba haciendo falta, los que estaban arriba subían todo a la mesa sirviéndose de cuerdas y poleas"



Dice Perelman: ¨El cálculo es correcto. No hay que olvidar que los liliputienses, aunque pequeños, eran completamente semejantes a personas ordinarias y las partes de su cuerpo tenían las proporciones normales.Por lo tanto, no eran doce veces más bajos, sino también 12 veces más estrechos y 12 veces más delgados que Gulliver. Por esta razón, el volumen de su cuerpo no era 12 veces menor que el cuerpo de Gulliver, sino 12 x 12 x 12, es decir 1728 veces menor. Y, claro está, para mantener la vida de un cuerpo así hace falta una cantidad de alimentos respectivamente mayor. He aquí por lo que los liliputienses calcularon que a Gulliver le hacía falta una ración suficiente para alimentara 1728 liliputienses.
Ahora se comprende por qué se necesitaban tantos cocineros. Para preparar 1728 comidas se precisan, por lo menos 300 cocineros, considerando que un cocinero liliputiense puede guisar media docena de comidas liliputienses. Está claro que también se necesitaba una gran cantidad de gente para elevar esa carga hasta la mesa de Gulliver, cuya altura, como es fácil de calcular, era comparable con la de una casa de tres pisos liliputienses.¨
Perelman: 

Es uno de los grandes cerebros del siglo XXI. Ha revolucionado las matemáticas, abierto nuevos campos de investigación, resuelto la conjetura de Poincaré, recibido y rechazado los más altos galardones mundiales, incluido uno de un millón de dólares. 

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